A pocos días de celebrar el día de la madre, escribo sobre un científico que me impactó la primera vez que supe de él y también porque está estrechamente relacionado con el bienestar de cada mujer que se convierte en madre en nuestros días: El médico húngaro, Ignaz Semmelweis.
Hasta a finales del siglo XIX, las muertes de mujeres al dar a luz eran sumamente comúnes debido a una enfermedad que se conoce como “fiebre puerperal”, es decir, una fiebre que presentaban las nuevas madres después del parto y que las llevaba directamente a la muerte.
En aquel entonces, los partos eran atendidos por doctores o por matronas. En el caso de las matronas, sin embargo, Semmelweis observó que los decesos eran mucho menos frecuentes que aquellos casos atendidos por médicos. Alguna diferencia habría entre las atención que brindaban las matronas para poner la vida de las parturientas en menor riesgo.
¿Pero cuál?
Después de analizar con cuidado los diferentes casos, el Dr. Semmelweis propuso que la fiebre puerperal y por supuesto la muerte podría evitarse con métodos de higiene previos al parto… en pocas palabras: lavándose las manos y limpiando los instrumentos médicos.
A los médicos de aquella época les pareció una pérdida de tiempo y por supuesto, no le hicieron caso.
La historia de la medicina está llena de ejemplos de médicos que dieron su vida por el bienestar de los demás. Al parecer Semmelweis no fue una excepción. Los intentos de ser escuchado eran inútiles y las muertes seguían ocurriendo en los hospitales de Hungría y del resto del mundo. Aunque sus prácticas parecían ser efectivas, los médicos de ese entonces se burlaban de él.
Debido a un accidente, posiblemente autoinfringido para demostrar la ineficiencia de los tratamientos hospitalarios de aquel entonces, falleció a los 47 años de infección en la sangre similar a la de las pacientes con fiebre puerperal.
Debido a un accidente, posiblemente autoinfringido para demostrar la ineficiencia de los tratamientos hospitalarios de aquel entonces, falleció a los 47 años de infección en la sangre similar a la de las pacientes con fiebre puerperal.
Años después, los descubrimientos de Pasteur y los nuevos procedimientos higiénicos de Lister le darían la razón al médico húngaro a quién hoy en día se le conoce como “el doctor de las madres”.
Muchas gracias a la gente como usted
ResponderEliminarSin duda, uno los grandes científicos.
ResponderEliminar