Dice la rima de Bécquer, último poeta romántico del siglo XIX:
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño, tal vez olvidada.
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en la rama!
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarla.
¡Ay! Pensé, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma
y una voz, como Lázaro espera,
que le diga: Levántate y anda!
Isaac Newton ha sido uno de los más grandes genios que la humanidad ha conocido.
En sus “Principia” se resumen las leyes que describen el movimiento de los cuerpos (de tamaño muy superior al atómico y a velocidades no próximas a la luz). Ahí se establece la ley de gravitación universal que explica los movimientos de los cuerpos celestes, la teoría del color, la ley de enfriamiento de los cuerpos, la invención del cálculo, la medida de densidad terrestre… la física y las matemáticas que “sobre los hombros de gigantes” logró construir este científico inglés y cuyo legado es vigente hasta nuestros días y base fundamental de nuestra ciencia.
Newton, sin embargo, de carácter retraído y ensimismado en problemas de alquimia y de política, no hubiera sido conocido sin la ayuda de su amigo Edmond Halley (sí, el del cometa) quien lo animó y ayudó a publicar sus resultados.
Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta español, cumbre del romanticismo en lenguaje castellano, fue conocido gracias a la póstuma publicación de sus obras completas por su amigo Ramón Rodríguez Correa.
Dice la canción del grupo ochentero Duncan Dhu:
… y en la sombra muere el genio sin saber
de su magia concedida sin pedirlo
mucho tiempo antes de nacer…
¿Cuántos genios no habrá conocido el mundo?
¿Cuántos habrá por ahí dormidos sin alguien que les diga: levántate y anda?
Creo que algo así sucedió con Franz Kafka y quien sabe con cuantos más.
ResponderEliminarEs una suerte que existan genios pero quizás la es más que existan los amigos de los genios.
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