noviembre 03, 2011

Obsesión por el tiempo II. Viajes al pasado.

Vivimos en un vértice en el que se conjuntan los conos del pasado y del futuro. Nos ha sido accesible algo del pasado y sabemos que nos será posible alguna parte del futuro. Sabemos, incluso que existe la posibilidad de viajar al futuro, pero… y aquí la gran pregunta ¿se puede viajar al pasado?


En la entrada anterior, cuando hablamos de viajes al futuro, revisamos brevemente la teoría de la relatividad de Einstein. Una premisa fundamental de dicha teoría es el establecimiento de la velocidad de la luz como una constante.

La velocidad es una cantidad física que se define en términos de la distancia recorrida en un determinado tiempo. La velocidad de la luz debe ser una constante, aunque no así el tiempo.

Ahora bien, pensemos en que sea posible viajar al pasado. ¿Cómo tendría que ser nuestra velocidad con respecto a la de la luz? Supimos que entre más cercana esté a la de la luz, los viajes al futuro comenzarían a ser una realidad pero ¿y para viajar al pasado, que hay que hacer?

¿Qué tal que viajáramos a velocidades mayores?


Un suceso que ocurre a un cierto tiempo, digamos a las 6 de la tarde (digamos la salida de la Luna) a una distancia de 384 000 km, normalmente lo veríamos 1 segundo con 28 décimas después, aquí en la Tierra. Es decir, la Luna está ahí en el cielo, pero la podremos ver hasta que su luz viaje hasta nuestros ojos (1.28 segundos después). Lo mismo ocurre con el Sol, aunque como la distancia Tierra-Sol es mayor, su luz tarda en llegar unos 8 minutos después.

Pensando en todo lo que nos rodea y de que desde donde estamos hacia cualquier punto en el espacio al que quisiéramos llegar, a la luz le toma cierto tiempo recorrerlo, se puede definir el llamado “cono de luz” al futuro. Dentro de él, está cualquiera de nuestras velocidades y está todo lo que nos es accesible normalmente en cierto instante de nuestra vida. A las 6 de la tarde del ejemplo anterior, nos es accesible viajar a la Luna (si viajáramos a la velocidad de la luz) en 1.28 segundos o más, pero no menos tiempo. O bien, en ese tiempo, nuestro cono de luz nos limita poder viajar sólo a lugares más cercanos que la Luna. Si quisiéramos viajar más lejos, tendríamos que esperar más tiempo.

La velocidad de la luz es una limitante y se dice que “nada puede viajar a dicha velocidad ni mayores” aunque recientes teorías sugieren que la prohibición es justo la velocidad de la luz y que velocidades mayores si son posibles.


Así como tenemos un cono de luz al futuro de sucesos accesibles para cada quién, también tenemos un cono de luz al pasado que establece los sucesos que pudieron llegar a nosotros. A las 6 de la tarde con 1.28 segundos, la Luna se encuentra dentro de nuestro cono del pasado, y el Sol se encontraría en el lugar del cono que se abre a 8 minutos más al pasado. Los lugares más lejanos estarían mucho más allá al pasado, donde la apertura del cono los alcanza a englobar, pero no podrían estar cerca del vértice al que llamamos “presente”.

Si pudiéramos salirnos del cono de luz, sería posible viajar tanto al pasado como al futuro, como a donde nosotros quisiéramos.

¿Pero hay manera de hacerlo?

Puede ser que sí.

La teoría de la relatividad no sólo establece que el tiempo se altera a velocidades cercanas a la de la luz sino también en presencia de objetos masivos. Cerca del Sol, el tiempo se altera, también de la Tierra, y en general, cerca de cualquier objeto, aunque con objetos de nuestra vida común y corriente, la perturbación es imperceptible.


La muerte de las estrellas en su etapa final deja en el universo objetos exóticos e interesantes como lo son las novas, los pulsares y los remanentes de supernovas. Pero uno de ellos es, quizás, el más intrigante y apasionante: el agujero negro.

Para estrellas de masa mayor que el Sol (unas 6.6 veces la masa del Sol), la muerte conlleva la quema de gases hasta el Hierro, la explosión de las capas exteriores, la contracción de la estrella hasta degenerar sus componentes atómicos a un material de únicamente neutrones y la sucesiva contracción hasta llegar a ser un objeto tan masivo que, debido a su gigantesca gravedad, no deja escapar ni siquiera a la luz de su entorno.


Si nos acercáramos a un agujero negro, suponiendo que ahora ignoraremos las consecuencias físicas que tendríamos debido a la gravedad que éste ejerce sobre nuestro cuerpo, nuestro reloj correría más lento para los que nos observan viajar hacia el agujero, mientras que para nosotros, todos parecerían envejecer más rápido cada vez. El viajar hacia el agujero negro sería nuestra máquina del tiempo al futuro.

A partir de los análisis teóricos de los posibles tipos de agujeros negros, se deducen los llamados “agujeros de gusano”. Estos agujeros se han visualizado como una conexión entre dos lugares distantes del universo pues de hecho, esta clase de objetos deforma el espacio-tiempo del universo. Los científicos creen que sea posible, usando estos atajos, viajar a lugares más lejanos de los que nuestro cono de luz al futuro o al pasado nos permite, y entonces estaríamos hablando de la posibilidad de viajes al futuro y también al pasado.

Pero, hablando más en serio, ¿qué tantos avances se han hecho al respecto?, pues la obsesión con el tiempo no ha sido cosa exclusiva de los escritores de ciencia-ficción. ¿Ya hay máquinas o dispositivos reales? ¿o los habrá?

La siguiente vez les cuento…

3 comentarios:

  1. A mí si que me gustaría viajar al pasado

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  2. Recuerdo que hace muchos años hubo una película muy famosa que trataba de viajes al pasado. Se llamaba: Pídele al tiempo que vuelva. El personaje se hipnotizaba a si mismo para regresar al pasado. ¿Será posible autosugestionarte hasta ese punto? Si se que suena raro pero creible si estás cerca de algo así como una deformación temporal ¿no crees?

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  3. Los viajes al pasado, todo un sueño ¿no?

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