abril 23, 2011

Las brujas

¿Qué no existen las brujas?
Ah ¡cómo de que no!


En la infancia crees en duendes, brujas y fantasmas. Afortunadamente también crees en hadas y países de fantasía.

Al crecer y convertirte en adulto, dejas atrás todo aquello. Te convences (o te convencen) de que pensamientos como éstos son fruto de una mente inmadura e infantil. A los niños se les puede perdonar y permitir creer en “tonterías”, después de todo ya irán “evolucionando”.

De adulto (un ser evolucionado pues), no te dejas convencer fácilmente de tonterías y los cuentos de brujas quedan en eso, en puros cuentos.

En cambio tus pensamientos se enfocan a perseguir el dinero y el poder como si fueran divinos. Y a buscar frenéticamente una apariencia que puedas presumir ante los demás y entonces quieres adquirir y comprar cosas para sentirte feliz.

¡Vamos, qué esa es la vida de adulto!

Y todo iría bien si, primero: no fuera tan difícil conseguir todas esas cosas. Y segundo: si esas cosas de verdad te hicieran feliz.

A lo largo del camino tienes tropiezos y caídas. Algunos se quedan tirados y tristes, y otros se vuelven a levantar. La gente no siempre es buena contigo, pero hay gente que es especialmente mala.

Y ése, creo, es un indicio de que las brujas, brujos, monstruos y demás seres quiméricos existen.

El caso es que creo que yo ya ví un par de brujas.

Una de ellas era rubia de pelo largo con una expresión sin expresión como las muñecas de aparador. La primera vez que la ví pensé que se parecía a las brujas de los cuentos…

La otra siempre invita a la gente a comer dulces a su casa…

A la primera no la ví más hasta que se volvió poderosa. Era dulce y linda como un personaje meloso de televisión…

La segunda se comunicaba poco pero seguía invitando gente a comer dulces y hasta pasteles…

A la primera la ví estallar una vez de cerca y la otra vez de lejos…

La segunda se comía los sentimientos de las personas…

A ambas no las he visto en mucho tiempo. Algunos dicen que la primera es bipolar (que mujer doblemente fría) y que la segunda es radical y cuadrada (que mujer tan matemática por cierto).
 
Estoy segura de que eran brujas. La primera siempre me lo pareció mientras que la segunda me recuerda aquella bruja de Hansel y Gretel.

No sé si ustedes se hayan encontrado con algo parecido en su vida pero lo cierto es que si existen las brujas… entonces deben existir también los países de fantasía ¿no?

Habrá que ser paciente para encontrar la prueba.

5 comentarios:

  1. Matemáticamente no tiene porqué ser así, es decir, el hecho de que las brujas existan no asegura que existan los países de hadas, aunque en los cuentos que nos solían relatar ambos acontecimientos (brujas y países de fantasía) aparecieran siempre como especies de antagonistas. Digamos que la existencia de brujas es una condición necesaria pero no suficiente.

    Esto, pienso, es asi. Una vez alguien me dijo que debemos aprender a convivir con la soledad y la tristeza, dos sombras(de brujas) que no se apartarán de nosotros hasta que la muerte nos recoja.

    ResponderEliminar
  2. Matemática, aunque prefiero físicamente, existen equilibrios estables e inestables. En los equilibrios estables hay que balancear las cosas: bien y mal, por ejemplo. Quizá podrían esperarse entonces los países de fantasía desde este punto de vista.
    En los equilibrios inestables, podría pasar cualquier cosa.
    Me gusta pensar en que las sombras, si no disueltas, al menos se reducen a la luz del día.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Yo también quiero pensar que si existen las brujas, entonces tambien existen las hadas.

    ResponderEliminar
  4. Escondidas quizás, pero por ahí deben de andar...

    ResponderEliminar
  5. Estoy seguro de que las brujas existen.
    Ahora ando en la búsqueda de las hadas, ojalá que por ahí aparezcan.

    ResponderEliminar

Bienvenidos a mi blog

Mi foto
El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.