mayo 15, 2010

Los maestros y las manzanas

Sentada en una jardinera de la facultad, frente a una manzana de color pálido se decidió a sacar sus pinceles y pinturas. A merced de sus manos, el fruto comenzaba a tomar un tinte más atractivo, un rojo inspirado que sus sentimientos teñían de nueva vida.

Mientras decoraba aquel fruto, recordaba los primeros días en que su maestr@ de primaria le enseñó a escribir la palabra “manzana”, sin duda consecuencia lógica de aprender bien la “m” y la “a” después de rellenar planas y planas con aquella frase de “mi mamá me mima”.

En las clases de ecología aprendió que la manzana es el fruto del árbol manzano que pertenece al ecosistema de bosque pluvial. Años después, durante su curso de biología, le aclararían que el nombre científico del árbol es “malus domestica” y que pertenece a la familia de las rosáceas.

Sin duda que la manzana, es quizás, de las frutas más comúnes. Sin embargo, su origen permancece oculto en el pasado. Más de 15000 años tiene la historia de su cultivo que posiblemente se originó en algún lugar de Asia y hoy en día ha recorrido todo el planeta. Su maestr@ de geografía le enseñó que los países con mayor producción en manzanas han sido China y Estados Unidos, mientras que en latinoamérica, destacan Chile, México y Brasil.

Los primeros números los aprendió contando manzanas en clase de matemáticas. Los profesores de física repasaban la leyenda del joven Newton durmiendo bajo un manzano y ahora, cada que cae una manzana, recuerda aquello de la ley de gravitación universal.

En etimologías grecolatinas, escuchó la leyenda de Paris otorgando la manzana de la belleza a Afrodita, la diosa más hermosa de la cultura griega.


La manzana estaba lista. Unos ligeros toques de pulido faltarían para hacerla brillosa y apetecible a la vista. Pero habría que esperar a que secara.

Mientras, reflexionó en que las manzanas habían recorrido sin duda durante su historia las escaleras de la fama y la desgracia, desde aquella vez en la que Eva arrancó el fruto del árbol del conocimiento, simbolizado por un manzano, para regalárselo a Adán. Estudiando los cuentos infantiles en clase de literatura, se topó con la famosa manzana de Blancanieves. Y hasta en taller de arte conoció a una pintora obsesionada con los cuadros de manzanas.

Su maestr@ de historia le contó que los profesores de siglos pasados recibían sueldos muy bajos consistentes mayoritariamente en víveres y quizá por eso surgió la idea de regalarles manzanas como muestra de gratitud.


En inglés le enseñaron que la traducción de manzana es “apple” y con ello nuevas enseñanzas se asociaban con las manzanas. En clase de computación, su maestr@ les enseñaba las maravillas de las nuevas tecnologías utilizando su computadora Apple y hasta en clase de música recordaba las manzanas a la vista del álbum blanco de los Beatles.

Hora de darle brillo. Lustrosa, bella y atractiva iba quedando la manzana roja con algunos tintes desvanecidos de amarillo. Símbolo del conocimiento, de la obsesión y la belleza, fruto de aroma perfumado, cultivado durante días y retocado con dedicación en una jardinera… lo mismo había ocurrido con su cerebro, al cabo de enseñanzas de maestros de diversas especialidades. Hoy los recordaba agradecida al sabor dulce del fruto que hubiera podido parecer amargo al principio pero que fue tomando gusto con los años.

3 comentarios:

  1. Me encantó tu historia, poco nos damos cuenta de lo que los maestros han hecho por nosotros. Supervaliosas sus enseñanzas pero poco reconocidas.

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  2. Poco reconocidos pero llevan un lugar en nuestro corazón.

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  3. Linda historia, felicidades a todos los maestros!

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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.