noviembre 30, 2016

Niños de la nueva era: índigos, cristal, arcoiris y diamantes

El mundo actual es difícil de sobrellevar con su estrés constante, su ritmo acelerado y cambiante y la indiferencia de los seres humanos entre sí. Con estas condiciones, no es extraño que surjan explicaciones que aunque rayen en la pseudociencia tengan gran aceptación entre la gente que se identifica con ellas. Tal es el caso del surgimiento de la “Nueva Era” o New Age que es un término que se refiere a una nueva etapa de la humanidad definida a partir de cambios astrológicos.

Los partidarios de esta creencia suponen el nacimiento de niños especiales conocidos como niños índigo, cristal, arcoiris y diamante.


Se dice que los niños índigo son aquéllos que tienen un aura de color azul, poseen alta sensibilidad y receptividad, un espíritu combativo y tienden a romper estructuras sociales. Se han descrito como extrovertidos, originales, creativos, tenaces y rebeldes que denuncian y no temen la confrontación. Se afirma que comúnmente se les diagnostica como hiperactivos y que su período de mayor aparición fue de 1945 a 1980.

A los niños cristal, los partidarios de la Nueva Era les atribuyen una vibración energética muy alta, enorme sensibilidad, espiritualidad y vulnerabilidad. Dicen que son introvertidos pero afectuosos y que su misión es de iluminación a la humanidad y de pacificación. Afirman que en ocasiones se les diagnostica como personas con déficit de atención, síndrome de Asperger o autismo y que su período de mayor aparición fue de 1980 a 2005.

Con relación a los niños arcoiris, comentan que son niños sensibles, intuitivos, muy amorosos y con capacidad de relacionarse en la sociedad, además de que tienden a ser sanadores. Se cree que su período de mayor aparición comenzó en el 2005. Mientras que se dice que los niños diamante son muy inteligentes pero como su energía está muy dispersa podrían pasar su vida sin llamar la atención y que su período de mayor aparición comenzó en el 2015.

La existencia de los niños índigo fue propuesta por la autoproclamada psíquica Nancy Ann Tappe en 1982 en su libro “Comprendiendo tu vida a través del color”. En ella, la autora afirma haber percibido un aura azul en muchos niños nacidos en la década de los 70. Esta idea fue popularizada a finales del siglo XX con el libro “Los niños índigo” escrito por Lee Carroll y Jan Tober, relacionándolos inclusive con un origen extraterrestre.

En la actualidad, la idea de estos niños especiales, incluyendo también a los adultos en los que se convirtieron, es muy popular y tiene varios partidarios entre las personas que se identifican a sí mismos o a sus hijos con esas explicaciones que por ahora no tienen sustento verdadero y en sicología y demás ciencias de la salud, esta clasificación no es aceptada.

Curiosamente, en medicina si existen los llamados niños de cristal que son aquéllos que padecen la llamada osteogénesis imperfecta, una debilidad que provoca que los huesos sean tan frágiles que se rompan con cualquier cosa. Los niños que la padecen no viven mucho tiempo, precisamente por esa condición, pero existen casos de aquéllos que luchan en contra de todos los pronósticos como: el estadounidense Michael J. Anderson que pese a su enfermedad y a no poder caminar, se convirtió en actor con participación en Twin Peaks, entre otros proyectos; el mexicano Mario Domínguez que rebasó su esperanza de vida y que después de titularse como ingeniero en sistemas, se convirtió en un experto en el área; el estadounidense Doug Herald que siendo un niño de cristal se convirtió en atleta y llegó a practicar el deporte del remo adaptativo a nivel competitivo; y el jordano-británico Nabil Shaban que se convirtió en escritor y actor de teatro, televisión y cine, participando entre otros proyectos en “Los hijos del hombre” dirigida por Alfonso Cuarón.


En este sentido, por su valor y coraje, a muchas personas que pese a una condición negativa, cualquiera que fuera, logran superarse, sí que podría catalogársele en sentido metafórico como personas diamante, de oro o de platino... ¿no crees?

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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.