julio 09, 2020

No hace mucho tiempo...

No hace mucho tiempo sino desde el primer día del año 2020 todos veíamos las noticias en la televisión. Gente que gritaba encerrada en los departamentos de sus casas en una población llamada Wuhan, en China. Supimos de varias cosas que sucedieron. Las personas enfermaban y algunas morían. Los médicos combatían a un nuevo virus que después se llamó Covid-19 y algunos también morían.

De alguna manera, no sabemos cómo, quizá porque la gente se mueve de un lugar a otro, dejamos de ver a esas personas en las noticias y esta enfermedad se volvió parte de nuestra vida diaria.

La gente se comporta de muchas maneras y le suceden diferentes cosas. Unos enferman, otros no. Unos mueren, otros sobreviven. Unos tienen un comportamiento ejemplar, otros no tienen aprecio por la vida.


A mi alrededor suceden todo tipo de cosas como quizás suceden alrededor de todas las personas en el mundo. Supimos de un joven de 14 años que al saber que su mamá enfermó de Covid-19 se dedicó a cuidarla pero un día sufrió un accidente y murió electrocutado. En las noticias, nos enteramos de unos novios que ya habían pagado su festejo de boda y no pudieron hacerlo pero decidieron donar la comida a los parientes de los pacientes con Covid-19 que esperaban noticias de sus familiares afuera de un hospital. Otros atacaban a los médicos y enfermeras, y quemaban hospitales. Unos más seguían siendo parte de la delincuencia y otros se emborrachaban en fiestas escandalosas.

En algún momento, la gente sacó todo tipo de videos en Youtube y demás publicaciones en las redes sociales. Unas eran de ánimo, otras de reconocimiento al personal médico e incluso había algunas graciosas.

La realidad de la gente transcurría con otra realidad sumada como la superposición de ondas en el agua de un estanque. Los jóvenes que estudiaban sus materias sentían que no aprendían. Unos publicaban mensajes de tristeza en los que lamentaban que les estaban quitando su juventud. Millones de trabajadores sufrían porque perdían su empleo. Otros no sufrían pero se aburrían o, en el mejor de los casos, se adaptaban a la nueva vida y aprovechaban para ser creativos o para hacer cosas que no habían podido hacer antes.

Los niños también se adaptaban pero quizás eran los más tristes. La convivencia con sus amigos era por medio de fotos y mensajes. No había de otra. Tú sabes que los niños se contagian sin buscarlo y después pueden enfermar o contagiar a sus abuelos que están entre las personas más vulnerables.

Dicen que la pandemia por Covid-19 durará unos 3 años, al menos. Tiempo en el que se contagiará el 70% de la población.

En esa realidad los poliedros también se deprimen y por eso no han escrito pero hay que escribir y hay que seguir viviendo...


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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.