febrero 04, 2014

Pasión por los poliedros III

Pero lo cierto es que en el mundo, ya sea real o virtual, existe tanta gente como historias.

Un cierto día, por ejemplo, el artista Dan Sternof decidió “descubrir” al dodecaedro escondido en el tronco de árbol frente a su casa y además, llegado el invierno, se dedicó a repartir dodecaedros de nieve para complementar los paisajes helados de su ciudad.



Y ¿qué tal Chris Lomont que esperó a que su mujer se fuera con sus amigas el fin de semana para poder construir, por fin, el poliedro de sus sueños?


O el artista que gastó cientos de dólares en madera para tener un poliedro estrellado ¡de su tamaño!


¿Y qué sería de las vacaciones en la playa sin un poliedro de campamento como Spiky que construyó  Rob Bell?


Lo cierto es que tratándose de poliedros, cualquier apasionado de la geometría estaría envidioso de la casa en forma de cuboctaedro truncado que diseñó Manuel Villa, ¿no es así?


Y por supuesto, cualquier poliedro-adicto incluiría en sus vacaciones la visita a la biblioteca rombicuboctaédrica de Minsk en Belarrusia, ¿o no?


¿Sabes de más historias?, ¿quizás la tuya propia?

5 comentarios:

  1. ¿Qué tal este tatuaje? Te lo dejo para una continuación.
    http://pikdit.com/i/stellated-dodecahedron-by-cinzia-tocco-cagliari-sardinia/

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  2. me encantó lo de las figuras de nieve, lo del tronco está difícil

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    Respuestas
    1. ¡Quién iba pensar lo que se esconde en los objetos más comúnes!

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  3. Me estoy aficionando al mundillo de los blogs... ¡¡¡y más al de los poliedros!!!
    Por favor, este universo necesita más dodecaedros para ser perfecto.

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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.