Pero lo cierto es que en el mundo,
ya sea real o virtual, existe tanta gente como historias.
Un cierto día, por ejemplo, el artista Dan Sternof decidió “descubrir” al dodecaedro escondido en el tronco de árbol
frente a su casa y además, llegado el invierno, se dedicó a repartir dodecaedros de
nieve para complementar los paisajes helados de su ciudad.
Y ¿qué tal Chris Lomont que esperó a
que su mujer se fuera con sus amigas el fin de semana para poder construir, por
fin, el poliedro de sus sueños?
O el artista que gastó cientos de
dólares en madera para tener un poliedro estrellado ¡de su tamaño!
¿Y qué sería de las vacaciones en la
playa sin un poliedro de campamento como Spiky que construyó Rob Bell?
Lo cierto es que tratándose de
poliedros, cualquier apasionado de la geometría estaría envidioso de la casa en
forma de cuboctaedro truncado que diseñó Manuel Villa, ¿no es así?
Y por supuesto, cualquier
poliedro-adicto incluiría en sus vacaciones la visita a la biblioteca
rombicuboctaédrica de Minsk en Belarrusia, ¿o no?
¿Qué tal este tatuaje? Te lo dejo para una continuación.
ResponderEliminarhttp://pikdit.com/i/stellated-dodecahedron-by-cinzia-tocco-cagliari-sardinia/
me encantó lo de las figuras de nieve, lo del tronco está difícil
ResponderEliminar¡Quién iba pensar lo que se esconde en los objetos más comúnes!
EliminarMe estoy aficionando al mundillo de los blogs... ¡¡¡y más al de los poliedros!!!
ResponderEliminarPor favor, este universo necesita más dodecaedros para ser perfecto.
Definitivamente...
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