agosto 02, 2011

El hombre de la calle

El hombre de la calle vive y duerme. Ve salir el sol y contempla los ocasos. No se preocupa porque sea la rotación de la tierra la que define el ritmo de los días y las noches. El hombre de la calle ve pasar la vida. Los inviernos con sus fiestas y su frío; la primavera tan llena de flores y esperanzas; el verano de las vacaciones; y el otoño con su caer de hojas y su calma. No piensa en la traslación de la tierra alrededor del sol ni en la inclinación del eje terrestre.


El hombre de la calle camina y a veces se enferma (algunas de sus epidemias han ocurrido cada 11 años, sin embargo no está enterado de que el sol tiene un ciclo de actividad de alrededor de 11 años también).

Mientras camina contempla los árboles y sus hojas, y también sus troncos. Mientras camina, un número incontable de partículas que provienen de la galaxia llueven sobre su cabeza. El hombre de la calle ve las gotas de lluvia cuando caen pero no puede ver los productos de las interacciones de los rayos cósmicos que llegan desde otros rincones del universo.


Al hombre de la calle le parece que la vida cotidiana es la que influye su propia vida. No piensa en los depósitos de sulfatos (ocasionados por los rayos cósmicos) que hacen que los troncos de los árboles crezcan con una ciclicidad de 11 años… y que los propios árboles guarden un registro de la actividad solar que puede extenderse hasta cientos de años. Ni piensa en los depósitos de berilio en los glaciares que son un libro de miles de años del registro de la actividad solar.

El hombre de la calle piensa. Y cuando su cerebro piensa no sabe que sus ondas cerebrales tienen una frecuencia de alrededor de 8 a 12 Hertz. Tampoco sabe que cuando los rayos de las tormentas eléctricas caen, originan señales que coincidentemente tienen frecuencias cercanas a las ondas cerebrales y que viajan alrededor de todo el mundo.


A veces, el hombre de la calle enferma de súbito. Sus familiares y amigos piensan en su vida y en las circunstancias sociales. A veces, también, de repente, algunos animales migratorios pierden las rutas. No se piensa en el campo magnético terrestre que responde a las perturbaciones que vienen del sol, viajando a lo largo del espacio interplanetario. No se piensa en que estos animales tienen alojado en el cerebro, un receptor especializado en detectar variaciones del campo magnético… El hombre de la calle, mucho menos piensa en la posibilidad de que él también posea estos detectores.

Muchos seres humanos que caminan por la calle mueren de súbito. Ellos piensan en sus enfermedades pero no se imaginan que algo que no sea su vida cotidiana tenga influencia sobre ellas.

El hombre de la calle sigue su vida sin pensar en todo esto… mientras otros tratan de descifrar el por qué (http://www.ann-geophys.net/29/1113/2011/angeo-29-1113-2011.html).

16 comentarios:

  1. Wow, Erin, me encantó tu escrito.
    Por un lado me hace pensar en lo vacía que es a veces nuestra existencia (pues debo de incluirme en la manada de los hombres de la calle), sintiendo como el tiempo pasa pero sin sentir que con él pasan muchas cosas.
    ¿tienes twitter, y/o Gtalk? Me gustaría agregarte.

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  2. Gracias.
    El tiempo pasa en efecto, y esperemos que nos lleve en su brisa y no nos abandone en la arena.
    Por lo pronto no hay twitter pero será un gusto que de vez en cuando visites este rincón.

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    1. la verdad que alucinante; increíble blog de sutiles ideas plasmadas en este espacio físico....excelente!!!

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  3. si a mi también me lo parece, te felicito Erin

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  4. ¡Gracias por sus visitas y sus comentarios!

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  5. Tantos hombres de la calle que dejan pasar las maravillas a su alcance...

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    1. Pero esperemos que las maravillas encuentre el modo de ser vistas...

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  6. Un hombre de la calle más también ha pasado por aquí y le gustaría que continuaras más con tus reflexiones.

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    1. Poco a poco pero espero que el poliedro se encuentre con la luz para ir saliendo día a día. Gracias por las visitas.

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  7. A veces yo tampoco me doy cuenta de la maravilla de mundo en que vivimos. Creo que nos preocupamos de cosas que pasarán y no tendrán importancia. Del dinero y los problemas cotidianos. De cosas que en unos años desaparecerán. Nada de ello dejará sus huellas como las que dices que el sol deja en los glaciares terrestres.
    Gracias por tu blog, fue una hermosa sorpresa encontrarlo sobre todo en días en que algunos hombres de la calle nos sentimos bastante tristes y perdidos.
    Sigue con él. De vez en vez me gustará abrir algún artículo y no sentirme tan solo.

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    1. Espero que de vez en cuando lo sigas visitando, a veces los comentarios no son respondidos por falta de tiempo, pero siempre son revisados.

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  8. Un hombre, un vagabundo más pasó por aquí y le encantó tu historia.

    Al terminar, miré a las estrellas de mi pantalla de celular, destellos que brillaron como rayos cósmicos que chocaban contra los pixeles.

    En fin, aquí estoy y espero volver pronto.

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    1. Vagabundea por internet a tu gusto pero en la pantalla de tu celular, vuelve con los seres geométricos que escriben para lectores como tú.

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El mundo quizá no es más que un conjunto de poliedros irregulares cuyas caras son extrañas y cambiantes... Veamos hasta donde y hasta cuando rueda este poliedro antes de desvanecer sus aristas y perder la planaridad de sus caras, antes de volverse una esfera... a quién alguien en el camino le diga que su destino, era rodar y rodar.