Hace poco me encontré con el Principito de Saint-Exupéry.
Es tal como el escritor lo describió, su cabello desparpajado parece como hecho de campos de trigo y su sonrisa es contagiadora.
Pero el escritor fue un poco escaso en la descripción de su carácter.
Es insistente hasta morir... quizá como varios niños que conozco.
- ¡Guau! ¿eres el Principito? - Mis ojos no dudaban de que se trataba de aquel personaje
Una vez que te pregunta, no se conforma con "cualquier" respuesta. El siempre espera la mejor.
El caso es que aquel día, después de hacer una cola de 2 horas para subir a la Torre Eiffel, otras 2 horas para esperar el elevador y una vez a la mitad, desistir de esperar otras 2 horas para subir hasta la punta, conformándome sólo con contemplar París nocturno por 1 hora entre apretujones y empujones y en medio de los flashs de las cámaras de los turistas... para finalmente volver a desesperarme esperando otras 2 horas para poder abordar el elevador que me llevara de bajada, ¡sentí que había esperado un tiempo infinito!
Ya bien entrada la media noche, corrí para buscar una parada de metro y al fin poder regresar a mi hotel. Estaba cansada y harta y no acertaba más que a ver vendedores de botellas de champagne por el parque.
De repente y sin ninguna consideración de mi estado, apareció ante mí aquel niño.
- ¿Qué es el infinito? - Me miró fijamente sin contestarme.
- ¿Qué? - Le contesté admirada de su perfecto español con acento B-612asteroidesco
- ¿Qué es el infinito? - Repitió con impaciencia.
- ¿Por qué lo preguntas?
- Tú lo dijiste hace rato, que habías esperado un tiempo infinito. Ese tiempo fueron 7 horas. ¿Eso es infinito? - Me clavó su mirada inquisidora.
- Caray, no. No lo es, sólo fueron 7 horas - Le dí la razón, aunque para mí el tiempo había parecido eterno.
- Y bien - Su pie comenzó a moverse - ¿Qué es el infinito?
Y bien ¿cómo le explico?
Le dije que contáramos números.
Era la forma más fácil de explicar el infinito que se me venía a la mente. Cuando llevábamos 12345 números (él contaba muy rápido) le dije - Nunca terminas de contar y eso es el infinito.
Sus ojos me miraron decepcionados.
- El número de estrellas en el cielo ¿es infinito? - Trató de ayudarme al verme algo desanimada por mi falta de destreza al explicar.
- No - Le respondí mientras contemplaba un bello cielo estrellado. - Nunca puedes ver más de 5000 estrellas en un cielo despejado. Aquí en París, debido a que hay mucha iluminación, seguro son muchas menos.
- En el universo entonces ¿es infinito el número de estrellas?
- No lo sé - Me decepcioné un poco de mi respuesta. - En nuestra galaxia son 100 000 000 000 de estrellas y si nuestro universo es cerrado
- ¿Cerrado?
Me dí cuenta que me estaba complicando demasiado y el sueño casi me cerraba los ojos. Yo sabía que las teorías hablan de que el universo puede ser cerrado o finito, es decir, que su contenido de estrellas, aunque sea muy grande no es infinito. Resultaría un número inmensamente grande, pero un número al fin. Por el contrario, si es abierto, entonces es infinito y nunca se terminarían de contar las estrellas.
En ese instante, casi por darme por vencida, el Principito me enseñó un album de dibujos.
- Mira - Dijo con un poco de compasión pero sin dar marcha atrás en su pregunta. - Quizás te sea más fácil dibujarlo. Una vez conocí un piloto que me dibujó un cordero.
¿Dibujarlo? Si claro, seguro será más fácil. La verdad yo sólo deseaba sentarme en un café parisino y disfrutar de un café y un croissant. (Algunos le llaman ansiedad a esto).
- Anda, dibuja, que no tengo tu tiempo - Me insistió el malcriado.
- No hombre, que lo estás viendo acostado, gíralo, éste es el símbolo del infinito.
- Mmm. Este será su símbolo, pero ¿es el infinito?
- No, claro. Disculpa. - La torre Eiffel parecía perderse a lo lejos en el amanecer que se aproximaba desde la lejanía como si viniera del infinito.
¡Genial! Mi cerebro estaba trabajando, aunque días después me pareció que lo hacía entre sueños.
- Aquí está el infinito. - Dije triunfalmente, mostrando mi dibujo:
- ¡Bien! Gracias. Éste me gusta, lo guardaré en mi album y algún día, llevaré a mi rosa a conocerlo.
Su sonrisa brilló tanto que se confundió con el sol de la mañana.
Mis ojos al fin se cerraron mientras los ruidos de los coches sonaban tras de la ventana de mi cuarto.
A pesar de ser tan insistente, seguro lo voy a extrañar, pensé mientras contaba corderos que sólo se veían a través de los pequeños agujeros de una caja.
A pesar de ser tan insistente, seguro lo voy a extrañar, pensé mientras contaba corderos que sólo se veían a través de los pequeños agujeros de una caja.
Acabo de darme cuenta que hay una distancia infinita hacia la persona más cercana. Pero una explicación como ésta me dejo un centímetro más cerca del mundo.
ResponderEliminarEn el límite del camino habitan los seres que de vez en cuando asoman sus rostros por el mundo y ya sea más lejos o más cerca agradecen y te saludan.
ResponderEliminarBuenos Días!!!
ResponderEliminarMe he levantado esta mañana achuchada por mi perro, que es más exigente en esto de los cuidados que la rosa del principito, aunque no tan vanidoso, y buscando entretenimiento para volverme a la cama, me he encontrado con este prisma con tres agujeros para ver dentro de él.
Aqui surgo, como una cara más... no garantizo planaridad, y sí ciertas aristas...
Veamos cuanto tiempo formo parte de este poliedro... de momento, me siento agusto. Gracias. Si me dejas, me iré moviendo a mis anchas por tu pequeño planeta para conocerlo mejor.
Nuchi.
La topología de un espacio impredescible es mayor riqueza que las restricciones que comúnmente el mundo impone.
ResponderEliminarExplora a gusto y a tus anchas, que el poliedro tiene cuerda para rato.
El PRINCIPITO es un NIÑO SABIO... Como todos los niños... El UNIVERSO habitado por él, está lleno de SOLES y PLANETAS. El PLANETA del PRINCIPITO es INFINITO. EL SOL SE PONE VARIAS VECES al DIA, y no importan las LUNAS. En el UNIVERSO del PRINCIPITO, que es EL PRINCIPITO MISMO, sólo importa el AMOR <3
ResponderEliminar... como todos los niños, has dicho bien. Lo bueno, es que, en cierta forma, todos podemos conservar un alma infantil ¿no crees?
ResponderEliminarTenía que ser en París, sin duda. Un beso al Principito la próxima vez que lo veas!!!
ResponderEliminarAgradablemente, lo he visto algunas veces más... sigue malcriado y preguntando. ¡Qué maravilla!
ResponderEliminarEl principito y yo somos viejos conocidos. Me ha contado esta historia, le encantó conocerte y visitar París. Ahora nos iremos a vagar un rato por otras partes del mundo.
ResponderEliminar¡Oh qué bien! Vuelvan por aquí siempre.
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